IV Plataforma de Danza: Diálogos Contemporáneos.

Fotografía de Pau.

El fin de semana del 27 y 28 de noviembre me tocó vivir lo simbólico del encuentro como pequeñas lagunas. Depósitos de agua que refrescan, que traen nuevas corrientes, cauces y caudales. Las dos constantes por parte de la organización fueron vulnerabilidad y adaptación. Existe una real intención de cuidar, acompañar y prestar atención a los detalles muy propia de Juanlu y Álvaro. Como bien dijo el Christian, la Plataforma éste año fue un espacio singular en el que ver obras de danza era continuar con conversaciones, caminatas, chocolates calientes. Era una ventana para seguir conociendo a las personas con las que se estaba conviviendo, libre de todo concepto de competencia o juicio. En tierra de dehesas, ciervos, llanuras, olivos, la Plataforma Diálogos Contemporáneos sembró hallazgos de los pequeños. De los que llegan de a poco con certeza, los que dan la vida y un empujoncito para seguir caminando, acompañados.

Aquí comparto un poco de las piezas que tuve la suerte de ver:

Transflorar de Irene Naranjo.

    Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

Dicen por ahí que no vemos las cosas como son. Vemos las cosas como somos. ¿Y qué somos sino sombras? ¿Qué somos sino espejos? Transflorar // transferir // transitar // transformar.

Un refugio frágil. Una ventana por donde podemos permitirnos un tiempo que flota, una pausa para contemplar nuestro reflejo. Que somos personas llenas de otras personas, lugares, momentos. Esta pieza es tiempo para reconocer lo que nos habita. Para recordar todo lo que llevamos dentro. Y que como el fuego, lo que llevamos dentro, hay que cuidarlo. Irene con Transflorar, nos regala una pieza porosa, nos recuerda con una suavidad rabiosa lo viva que puede estar una obra de danza. Abierta de par en par.


TR3S de Tejido Conectivo


Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

Muchas veces he pensado lo difícil que es imaginar la vida sin compañía. Lo imposible que me parece aislar una forma de vida de todo lo demás. TR3S ha sido, desde el inicio, una apuesta de más de tres. Una inmersión y búsqueda sensible que se empapa de un esfuerzo por escuchar. De un jugueteo serio. Con unas ganas de mover donde se baila y desde dónde también.

Se comparte la duda, y a mi parecer como un acto de valentía, nos permiten ver tres cuerpos que preguntan. Un atrevimiento admirable en el sentido de cuestionar en un contexto en el que los planteamientos que se comparten, de una manera o de otra, se afirman.

¿Existirá en algún momento alguna balanza en la que las coreografías pautadas y las improvisaciones estructuradas estén, no por arriba ni por debajo, sino en el mismo sitio? ¿que tengan el mismo peso? ¿Un lugar donde se considere que ambas requieren el mismo esfuerzo y sensibilidad?


Dormu de Indalecio Séura

Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

Dormu nos recuerda que todo está vivo. Todo lo que nos rodea, si aprendemos a escuchar, conversa con nosotros. Dicen que conversar es latir al mismo ritmo. Indalecio en todo momento fue instrumento, a la vez que escultor, a la vez que músico de la plaza de San Jorge. Y como músico, a mi manera de ver, pudimos presenciar cómo tocaba el tiempo de la calle, con toda la serie de elementos físicos, meteorológicos, relacionales, que la calle misma regala. La composición se extrapoló. Se desparramó. Se espolvoreó a todo alrededor. Todos los presentes fuimos parte de una misma escultura. De un mismo juego. De una misma película de inicio a fin.


The Sad-Mad Method de Carla Sisteré


Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

Tiene que haber algún estudio que compruebe la liberación de hormonas que toma lugar cuando vemos a dos cuerpos moverse juntos de manera idéntica o de manera complementaria. La paz. La sensación de liberación que acompaña el hecho de ver que dos personas son capaces de hacer exactamente lo mismo y además, sin esfuerzo aparente. Con tiempos muy estudiados y progresiones energéticas que dejan a las que vemos con la sensación de haber comido un pastelito, The Sad-Mad Method nos lleva de paseo, endulzándonos el oído con piezas musicales y miradas de complicidad que enganchan a todos los presentes.


Vertebrata de Alejandra Balboa


Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

En su novena elegía, Don Rilke se pregunta:

“Tierra ¿no es esto lo que quieres,

nacer en nosotros invisible?

¿Acaso no es tu sueño

adentrarte en nosotros tan enteramente

que no quede nada fuera para contemplar?”

Alejandra recostada sobre la piedra desaparecía para dar paso a todo eso que no se puede ver. A una conspiración de invisibilidades. Paralajes – laberintos – infinidad de pasadizos – cuerdas – hilos de agua – bocanadas de aire. Bosques que ardían en la punta de sus dedos. Vertebrata es búsqueda y hallazgo de lo que importa. Lo invisible. Lo que toca y conmueve.


Solas de Emma de la O y Majo Casada

Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

Solas me pareció una exploración de lenguaje propio, de trazos en el espacio, de creación de personajes. El desarrollo a nivel dramatúrgico de una pequeña historia y juego pactado a partir de las posibilidades, primero del cuerpo propio y, en segundo término, del cuerpo acompañado; Alcanzando lugares evidentemente imposibles para un solo cuerpo. Fue imán de miradas muy distintas. Un niño paró de jugar con su balón, para mirar. Dos personas bailaban, al ritmo de la música, mirando desde arriba. Un señor mayor, desde un barandal grababa la pieza entera, con su boquita abierta.


Onde pousa a humidade de Marcia Vázquez

Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos

Creo que escuché la voz curtida de un Señor diciendo que estaba cansado de esperar. ¿Qué relación tendrá la palabra esperar con la palabra esperanza? ¿Dónde queda la esperanza cuando la espera se cansa? Enseguida vino otra frase que se aferró a mi mente. Decía “-42 años de mar-“. Esa manta suave y áspera de sonido que envuelve éste trabajo de Marcia Vázquez y a todos nosotros con él, es una auténtica lupa. Nos lleva de la mano. Nos ofrece una realidad clara. Una realidad aparte, vista desde dentro, siendo nosotros partícipes, provocando y dejando espacio para que cada una de las que miramos nos tomemos de alguna de sus múltiples anclas. La que más nos acerque a nuestro puerto.


Intempestiva de Elahood

Fotografía de Nicolás Yazigui. @Rn_fotógrafos


-Si pudiera reencarnar en alguien sería en Lou Reed- dijo Julia.
-¡¿En un qué?!- preguntaron a mi lado.
-En un indio- contestó alguien, muy seguro.

Ésta fue una conversación que escuché en la parte de atrás de la Plaza. Toda la atención puesta en la periferia marcada por dos alfombras y coronada por una iglesia, que si te dejas, te come viva. Uno tras otro, cada movimiento estaba pensado, colocado meticulosamente, probado y ensamblado. Incluso el timbre de voces de Julia y Sabela pareciera estar coreografiado a nivel armónico. Desde la ignorancia pregunto ¡¿quién me iba a decir que era posible dibujar con voces?! ¿Hasta dónde pueden llegar? ¿De qué manera? Tanto en voz, como en cuerpo, Intempestiva juega en el margen. En el límite entre sincronía y mimetización.

Comentarios